Dejó de sonar el acordeón y comezó a llover. Un chipi chipi, un serenito, o como lo llamen
hizo su presencia. Pero, no teníamos ganas de mojarnos y nos metimos en una taberna
a catar los tintos...o los blancos...con unas tapas que deleitaban el paladar.
hizo su presencia. Pero, no teníamos ganas de mojarnos y nos metimos en una taberna
a catar los tintos...o los blancos...con unas tapas que deleitaban el paladar.
4 comentarios:
Vaya, veo que la historia del "acordionista" tenía continuación...
(Marchando una de rabas...)
Suma y sigue...
Unos vinos, unas tapas y buenas fotografías, me apunto al plan.
Victor con esa trilogía la vida es más bella...
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